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En el grupo Fadeiros todo está armado desde
el acompañamiento para que se luzca la voz de Ana Kusmuk, quien entre
fados tradicionales y otros más modernos, alcanzó su mejor momento con
«María Lisboa».
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Fadeiros. Con A. Kusmuk (voz, cajón, percusión), P. Álvarez (guitarra,
charango, voz), C. Palacios (mandolina, guitarra, guitarra portuguesa) y
M. Gora (flautas, percusión, cajón, clarinete). Invitados: N. Suárez
(contrabajo) y E. Monteagudo (voz). (Sala Mediterránea, 21 de julio).
Cualquiera
que haya visitado la bellísima Lisboa sabe que escuchar allí su música
más tradicional no es una empresa sencilla. Podrá hacerlo, por supuesto
-de un modo semejante a lo que pasa en Buenos Aires con el tango- en sus
versiones más turísticas de «cena-show». Pero queda claro que el fado,
la canción de nostalgia y de puerto, la que identifica rápidamente a
esta pintoresca capital europea, no forma parte de la cotidianeidad de
quienes viven allí. Sin embargo -otra vez como con el tango- son muchos
los que reproducen el fado fuera de su tierra de origen; y la Argentina no es la excepción.
Entre los grupos que vienen trabajando hace ya unos años con este género, está Fadeiros,
básicamente un quinteto que tiene ya dos álbumes grabados, que se apoya
en las voces y en un acompañamiento que incluye la tradicional guitarra
portuguesa pero que gira también hacia un sonido más camarístico de
clarinete, guitarras españolas, contrabajo, percusiones varias y hasta
cajón peruano.
Por causas que no explicaron, en la función que
vimos -enmarcada en un ciclo de música del mediterráneo en una sala que
parece haber nacido para eso, en pleno Abasto- no estuvo la flautista y
cantante Pepa Vivanco. La estructura se repartió entonces en el
resto de los integrantes, con un contrabajista invitado que termina
siendo parte del grupo, y sin que se resintiera especialmente el
resultado final.
El fado es por sobre todas las cosas una canción. Y los Fadeiros han entendido muy bien eso. De modo que todo está armado desde el acompañamiento para que se luzca la voz principal de Ana Kusmuk, quien alcanzó su mejor momento en «María Lisboa»; y sólo muy excepcionalmente, el clarinete de Mariano Gora juega un pequeño contracanto que arrastra el interés melódico.
El repertorio es el de sus dos discos: una mezcla de piezas tradicionales que cantaba la legendaria Amalia Rodrígues como «Fado portugueis», «Rosa Vermelha», «Casa da mariquinhas», etc., con otras más modernas que interpretan artistas como Mariza, Mafalda Arnauth o Dulce Pontes.
En este caso, se sumó una cantante invitada para hacer algunos temas en castellano; así, con Elizabeht Monteagudo escaparon un poco del eje portugués e interpretaron piezas como «La llorona» o «La iguana».
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