EL FADO Y TODA SU ESENCIA EN LA PROFUNDIDAD DE SU VOZ
21 hs. A esa hora comenzaba el segundo show de la noche que
daría por acabado el Primer Festival de Fado realizado en la ciudad de Río de Janeiro.
La encargada de cerrar este gran evento fue la fadista
consagrada a nivel mundial, Ana Moura, dueña de una presencia escénica que
llenó todos los sectores del teatro que tuvo el honor de recibirla el domingo
pasado: la Cidade das Artes, de la mencionada ciudad brasilera.
Sonaron los primeros acordes de las guitarras y casi
enseguida los presentes vieron la llegada tan esperada de Ana Moura quien fue
recibida inmediatamente con aplausos a los que ella correspondió con una
sonrisa y una mirada que recorrió todo el teatro. Dos cosas poco usuales en
actuaciones de fado, tan ceremonioso y recto. Como si no se pudiese respirar o
se faltase el respeto al fado por cantarlo.
En el show de Ana Moura sucede todo lo contrario. El fado
deja de ser estructurado y no por eso se lo respeta menos, creo que es todo lo
contrario, se lo puede apreciar y disfrutar más porque no se siente la presión
de la ceremonia del silencio.
Ella rompe la barrera de los cánones haciendo partícipes a
todos los espectadores de su show, cantando y haciendo cantar a su público,
haciéndolos partícipes en una comunión de sentimientos que traspasan más allá
del espacio y el tiempo y trasladando a quien ve y escucha a lugares remotos
que solo la voz y la transmisión de su cantar lo consigue hacer.
Moura es poseedora de un carisma que pocos cantantes tienen.
Llena de luz, la transmite e ilumina el ser de quien tiene la dicha de
presenciar un espectáculo suyo, donde todo lo que canta, aunque no sea fado, se
convierte en fado por la mágica cadencia de su voz, puro talento, maestría ondulante
de sus cuerdas vocales prodigiosas.
El tiempo acompasado de su voz no solo va al unísono con la
música que la acompaña sino que también lo hace al mismo tiempo con su propia
alma absolutamente fadista. La voz, la música y la el alma se diría que se
incluyen en un solo cuerpo indivisible uno del otro. Y ese conjunto produce una
armonía visual y auditiva pocas veces vista.
Las canciones, todas de una profundidad exquisita, aún
aquellas cuyos ritmos son alegres, hacen del espectáculo una delicia constante.
Los músicos haciendo una guitarrada en descanso de la cantante, permiten afirmar,
por si faltaba hacerlo, que son excelsos en la actividad que realizan y tienen
un nivel superlativo, únicamente entendible por el gran amor hacia la música,
transmisible a cada uno de los presentes en la sala.
Los aplausos, que comenzaron ni bien la fadista pisó el
escenario, continuaron a lo largo de todo el espectáculo y, cuando la gente se
quedaba en silencio para escuchar, era la misma cantante quien se dirigía a los
espectadores levantando las manos para que seamos partícipes activos del show.
Gestos generosos de la noche, y, como cada vez se está dando
en los diferentes espectáculos, Ana Moura fue invitada del show que ofreció Antonio
Zambujo un rato antes.
Pero también, en su propio show, la fadista le dio espacio a
Criolo, cantante brasilero que, primeramente cantó una canción solo y luego se
sumó Ana Moura para interpretar una exquisita versión de “Amor afoito”, uno de
los temas que se encuentran en “Desfado”, último álbum de la cantante.
De esta manera, a puro talento, emoción y cantando el fado
con una sonrisa casi continua en labios de la cantante, dio por terminado el
Festival de Fado.
Así, de esta manera, se demostró que se puede cantar
excelentemente bien, tener profundidad y sentimiento al hacerlo, sonreír, ser
desestructurado al cantar el fado y ser, a la vez respetado en aquello que se
hace, sin perder la esencia de cómo se es.
El fado, estoy segura de esto, se engrandece de esta forma,
y qué bueno que sucedan estas cosas. Que se pueda apreciar a un artista sin
cliches. Entregando su alma en cada canción y cada nota.
Escribo algo que usualmente no escribo. Y es que agradezco
haber formado parte minúscula de este gran espectáculo donde la magia fue el
motor de la belleza del espectáculo brindado.
Lindo saber que la magia sigue vigente. En la voz,
transmisión y, por sobre todas las cosas, en el amor a lo cantado. Hermoso es
ver el amor por lo que se hace convertido en canción y sentimientos volando
desde el escenario hacia las almas que lo presenciaron.
Única y maravillosa experiencia ver todo eso combinado en
plena armonía.
Andrea Lopes.